sábado, 3 de septiembre de 2011

Bedesemeros... de este planeta


Sé que puede sonar sorprendente para algunas personas, pero... ¡los bedesemeros somos gente! Eso significa que más allá de la vivencia y el deseo, nuestras vidas van más allá de los videos, imágenes y relatos que circulan por la red. Doms y sumis trabajan, tienen hijos, se enferman, salen a cenar, a bailar, a cine, montan en bus, olvidan las llaves del carro, tienen problemas con sus amigos, les da gripa, y cualquier otra actividad o situación cotidiana que se pueda imaginar.
Por supuesto que las imágenes que se encuentran en la red, ya sean construidas a través del texto o del video son muy útiles para conocer algunas de las prácticas existentes y, por qué no decirlo, para estimular la líbido por un momento. Sin embargo, creer que el mundo de cualquier Dom o sum se limita a eso, es no ser capaz de diferenciar la realidad de la fantasía.
La imagen de una sumisa como si fuera ese personaje del colegio, aplicado y responsable, del que se aprovechaban los más vagos para que les hiciera las tareas, es tan absurda como la de un Amo que tiene todas las respuestas y jamás duda ni se equivoca.
Por divertida que suene la fantasía del castillo lleno de calabozos repletos de sumis sin voluntad cuyo único pensamiento es satisfacer al Amo, las sumisas reales no son sólo lo que se ve en las películas. Pretender que un relato ficticio o una peli ponro bedesemera da idea sobre una relación real de D/s es casi lo mismo que ver películas de acción estadounidenses como si fueran documentales sobre las guerras.
Seguro para algunos suena más agradable una especie de robot humano programado para satisfacer, pero mientras la ciencia brinda esa posibilidad, no bastará saber de nudos o de látigos para ser un buen Amo. Más allá de eso, creo que resulta más estimulante que la entrega sea producto del esfuerzo de ambos, y no algo dado de antemano. Por eso son tan importantes esos otros espacios, donde Dom y sumi se permitan conocerse más allá de la tolerancia al dolor o las actividades que exciten a uno y otra. Porque conocer a la persona es la unica manera de Dominar a la sumisa.

sábado, 6 de agosto de 2011

"¡Detente! Acaríciala..."


Su esposa está atada en X, lista para los azotes. Koen, sin saber muy bien lo que hace, toma el látigo dispuesto a dejarlo caer sobre su piel. "¡Detente! Acaríciala, tranquilízala, es tu esposa, es la mujer que amas." dice de repente el Dom que han contratado para que los guíe en el camino que inician por el sadomasoquismo. Luego le indica la manera correcta de agarrar el látigo para tener un mayor control sobre el nivel de dolor deseado. Sigue dándole indicaciones: "No tan alto, no sobre los riñones", "No azotes dos veces sobre el mismo lugar", "Si ella dice 'stop' significa que debes parar, y si das un sólo azote más luego de eso, ya no podrán volver a este lugar.". Cada pocos golpes Koen le pregunta a su esposa si está bien. Ella siempre responde de manera afirmativa y le pide que continúe. Al final, luego que han sonado varios restallidos sobre el cuerpo de ella, e incluso algunos gritos de dolor, se detienen, los asistentes le aplauden y los felicitan.

La anterior es una escena de SM Rechter, una película belga de 2009, dirigida por Erik Lamens, que gira alrededor de una pareja que se adentra en experiencias sadomasoquistas para satisfacer los deseos ocultos de ella. Lo que más me atrajo fue que buena parte de las escenas relacionadas con las prácticas de dolor incorporan muestras inmensas de cariño y afecto: Él detiene sus azotes para abrazarla y besarla mientras está atada; se arrodilla frente a ella para darle un beso en la boca estando ella en el cepo, luego de recibir sobre su espalda sendos chorros de cera caliente; sus caricias y besos cuando están fuera de la sesión.

Sé que lo anterior probablemente no sea nada nuevo para personas que conozcan un poco más el mundo del bdsm, pero frente a la sobrecarga de imágenes y relatos de la red, tan llenos de sufrimiento, y frente a los constantes acercamientos de personas de dentro o fuera del bdsm que me preguntan (incluso algunos hasta quieren) si "me gusta que me maltraten", fue una agradable experiencia encontrarme con una visión distinta, sana, afectuosa, donde los niveles de dolor son tan fuertes como los cuidados y atenciones que el Dom le proporciona.

sábado, 11 de junio de 2011

Impura y hereje

Interesarse, involucrarse, practicar, estar a gusto, adentrarse en el bdsm implica, más temprano que tarde, darse cuenta que existen unas normas sociales, más o menos rígidas, sobre las formas válidas y legítimas de sexualidad, erotismo y/o construcción de relaciones afectivas, y enfrentarse también a unos niveles mayores o menores de discriminación que, en el mejor de los casos, provocarán el silencio y ocultamiento de estos gustos e intereses para evitar el señalamiento.
Yo me considero afortunada. El entorno inmediato en que me desenvuelvo tiene, en general, una actitud de respeto hacia las diferencias, y varios de mis amigos cercanos conocen mis tendencias, aunque no les interese o no las practiquen, existe incluso alguno que las desaprueba, pero nunca ninguno me ha agredido o irrespetado, ni siquiera ha insinuado que yo pueda estar "equivocada". Asumen simplemente que, como en otros aspectos, como la música, la religion o lo que sea, tenemos opiniones distintas.
Paradójicamente, aunque he encontrado un enorme respeto en mi mundo "vainilla", es en el bdsm donde me he enfrentado a discriminaciones y recriminaciones. Veo con preocupación que aparecen cada vez más "puristas" predicando sobre las formas "verdaderas" del bdsm, sobre "cómo debe ser" (de manera absoluta y sin discusión) un (a) sumi o un (a) Dom, con la consecuente descalificación de quienes, según su criterio, no viven el bdsm "como debe ser". Y no me refiero a esos principios que, a la larga, no tienen que ver tanto con el bdsm como con una manera deseable de construir relaciones: disfrutar lo que se hace, preocuparse por el bienestar de la otra persona, propender por el mutuo crecimiento y aprendizaje, tener paciencia con las dificultades de la otra persona, y ese tipo de cosas. Hablo de la obligatoriedad de ciertos comportamientos por fuera de la vivencia particular de una pareja Dom/sumi.
Sé que el protocolo puede ser una parte muy importante del disfrute y el tono mismo de una escena, actividad o lugar. Hay lugares, físicos y virtuales, que adoptan algunos de esos convencionalismos, otros no, y no por ello son unos "más bedesemeros" que los otros. Sin embargo, no es lo único ni es lo que nos hace bedesemeros, ¿o sí? Existen toda una serie de códigos y símbolos en el bdsm, muchos de los cuales me resultan muy atrayentes, pero ¿significa eso una manera obligatoria de vivirlo? ¿En qué momento se convirtió esto en una especie de secta con un tribunal inquisitorial que condena a los herejes? A veces, desde el bdsm hay una crítica al mundo vainilla por intentar imponer unas reglas universales y absolutas, pero resulta que se cae en la misma dinámica, haciendo juicios (y condenando, la mayoría de las veces) sobre relaciones o comportamientos que no se ajustan a las "normas universales del bdsm": "un sumiso nunca tutea a un Amo", "esos de allí sólo se metieron al bdsm por moda", "y acaso sabes lo que es un [poner aquí cualquier nombre de práctica o artilugio]?".
Entonces tomamos distancia de la rigidez de las normas ¿simplemente para imponer unas nuevas, igual de obligatorias y restrictivas? ¿No presenta acaso mayores posibilidades de disfrute y crecimiento, que cada persona (sea cual sea su rol), que cada pareja de Dom/sumi (o como quiera que se hagan las combinaciones) construya su propia relación basada en sus deseos, gustos, miedos, límites, intereses, perversiones y demás? ¿O debo prepararme acaso para la aparición de gurús bedesemeros, no ya en túnicas blancas, si no en sendos trajes de cuero, que guíen a las masas por el camino de la luz (o de la oscuridad, si les gusta más la imagen)?
Si es así, les ahorro el trabajo, les ahorro el juicio. A mí bien pueden considerarme impura, a mí bien pueden considerarme hereje.

jueves, 26 de mayo de 2011

De trueques, entregas y transacciones

 Tal vez no sea tan fácil distinguir entre la fantasía y la realidad. Tal vez nos acostumbramos a obtener casi cualquier cosa con un par de clicks: podemos comprar (si tenemos los recursos) casi cualquier cosa, que llevarán a la puerta de nuestra casa; aparecen mundos virtuales donde construimos realidades a nuestro antojo; videojuegos en donde el personaje que creamos hace cualquier cosa sin responsabilidad alguna, podemos en cualquier momento volver al último punto salvado; pelis porno con mujeres ideales y dispuestas, sin riesgo ni esfuerzo, sin enfermedades venéreas, sin compromisos, sin incomodidades, sin responsabilidades. Por alguna extraña razón, tal vez por lo cómodo que eso resulta, no siempre las personas hacen el tránsito a la vida real. Y es que en la vida real no basta con pedir y hacer click, no cuando se interactúa con una persona de carne y hueso.
Si se trata de una transacción comercial, no me queda difícil entenderlo. Se paga por un servicio, donde idealmente quede satisfecho quien lo recibe y se sienta bien pagado quien lo ofrece. En lo que se refiere a la escena sadomasoquista, me queda muy claro: una persona ejerce un rol, se determinan las acciones que llevará a cabo y, al final, su contraparte paga. Este es el escenario más sencillo de describir. Lo que se da y lo que se recibe es explícito. Por ejemplo, si es un sumiso el que llega, se pactan las actividades, y unos cuarenta o cincuenta minutos después, se marchará para su casa, ojalá muy complacido, mientras quien ejerció como Dom tendrá la mano un poco más cansada que antes y algo más de dinero en su bolsillo.
Sin embargo, pretender que una sumisa, o cualquier persona que veamos en la lista de una sala de chat o en los diferentes sitios virtuales de contacto, puede ser tratada como un producto de catálogo, y que basta hacer doble click sobre ella para tener acceso, no sólo es irrespetuoso, si no que raya en lo absurdo. Frases "de abordaje" como: ¿qué tan sumisa/obediente/dócil eres?; hola, perra, llegó tu Amo; y otras por el estilo, lo traduzco como "tengo poco que ofrecer, dime que estás en oferta, por favor."
No importa si la búsqueda apunta al sexo casual o a una relación de D/s, pretender obtener obediencia de otra persona sólo "porque sí", porque "es sumi", lo que me indica no es sólo pereza, también una cierta falta de percepción de la realidad. Provocar la obediencia en una sumisa no se genera sólo a base de dar órdenes, es algo que se gana. La lealtad, el deseo de la sumisa de servir no es abstracto, se concreta en una persona, en un Amo en particular, que ha sabido ganarse su entrega, y no sólo pedirla.

miércoles, 12 de enero de 2011

El orgullo

Hay quienes pensarían que las palabras "sumisión" y "orgullo" difícilmente caben en la misma frase. Sin embargo, yo soy una sumisa orgullosa. No siempre lo he sido, hubo un tiempo en que sentía que mi valía era poca y di con alguien que buscaba eso, y sé que así tenía poco que ofrecer. Paradójicamente, el placer y el deseo de entrega aumentan ahora que me siento orgullosa de mí misma, como persona, como mujer, como sumisa.
Creo que esta entrada quedará un poco redundante por la repetición de la palabreja, pero me siento orgullosa: de ser sumisa, de mi entrega y de lo que he hecho por mi Amo cuando lo he tenido. Y precisamente por eso también espero que Él se sienta orgulloso de mí, no porque yo lo haga todo bien, cometo errores con frecuencia, si no porque hago mi mayor esfuerzo para que cada cosa que haga por Él salga lo mejor posible.
Como sumisa deseo complacer a mi Amo, satisfacerlo. En alguna de mis experiencias he sentido que no lo lograba, que era poco para Él. Pero, claro ¿Cómo podría un Amo estar satisfecho con una sumisa "poca cosa"?. Al menos por transferencia, si considero a mi Amo un ser maravilloso, asumo que yo, su posesión, lo soy igualmente. Como leí de un excelente artículo de Cuadernos BDSM, sólo un Amo con problemas de autoestima necesita reventar la de su sumisa para sentirse superior.
Afortunadamente, también he sentido lo opuesto, un Amo orgulloso de mí y de lo que he hecho por Él. Recuerdo que con mi ex Amo, al escribirle un mensaje en que le expresaba mis deseos de entrega, decidió publicarlo en un foro abierto porque le había gustado mucho, y en la introducción expresaba que al leerlo se había llenado de felicidad y orgullo. Cualquier cosa que yo hubiera podido sentir mientras lo escribía y se lo enviaba, se triplicó, entre ellas la satisfacción de sentir aquello y habérselo escrito.

Aprovecho esta entrada para enviar mi agradecimiento a tod@s aquell@s que, incluso sin saberlo, en conversaciones personales, o sin conocerme, a través de artículos, blogs o comentarios en los foros, me han ayudado a entender que mi entrega será mayor y más placentera si lo hago con orgullo.