jueves, 26 de mayo de 2011

De trueques, entregas y transacciones

 Tal vez no sea tan fácil distinguir entre la fantasía y la realidad. Tal vez nos acostumbramos a obtener casi cualquier cosa con un par de clicks: podemos comprar (si tenemos los recursos) casi cualquier cosa, que llevarán a la puerta de nuestra casa; aparecen mundos virtuales donde construimos realidades a nuestro antojo; videojuegos en donde el personaje que creamos hace cualquier cosa sin responsabilidad alguna, podemos en cualquier momento volver al último punto salvado; pelis porno con mujeres ideales y dispuestas, sin riesgo ni esfuerzo, sin enfermedades venéreas, sin compromisos, sin incomodidades, sin responsabilidades. Por alguna extraña razón, tal vez por lo cómodo que eso resulta, no siempre las personas hacen el tránsito a la vida real. Y es que en la vida real no basta con pedir y hacer click, no cuando se interactúa con una persona de carne y hueso.
Si se trata de una transacción comercial, no me queda difícil entenderlo. Se paga por un servicio, donde idealmente quede satisfecho quien lo recibe y se sienta bien pagado quien lo ofrece. En lo que se refiere a la escena sadomasoquista, me queda muy claro: una persona ejerce un rol, se determinan las acciones que llevará a cabo y, al final, su contraparte paga. Este es el escenario más sencillo de describir. Lo que se da y lo que se recibe es explícito. Por ejemplo, si es un sumiso el que llega, se pactan las actividades, y unos cuarenta o cincuenta minutos después, se marchará para su casa, ojalá muy complacido, mientras quien ejerció como Dom tendrá la mano un poco más cansada que antes y algo más de dinero en su bolsillo.
Sin embargo, pretender que una sumisa, o cualquier persona que veamos en la lista de una sala de chat o en los diferentes sitios virtuales de contacto, puede ser tratada como un producto de catálogo, y que basta hacer doble click sobre ella para tener acceso, no sólo es irrespetuoso, si no que raya en lo absurdo. Frases "de abordaje" como: ¿qué tan sumisa/obediente/dócil eres?; hola, perra, llegó tu Amo; y otras por el estilo, lo traduzco como "tengo poco que ofrecer, dime que estás en oferta, por favor."
No importa si la búsqueda apunta al sexo casual o a una relación de D/s, pretender obtener obediencia de otra persona sólo "porque sí", porque "es sumi", lo que me indica no es sólo pereza, también una cierta falta de percepción de la realidad. Provocar la obediencia en una sumisa no se genera sólo a base de dar órdenes, es algo que se gana. La lealtad, el deseo de la sumisa de servir no es abstracto, se concreta en una persona, en un Amo en particular, que ha sabido ganarse su entrega, y no sólo pedirla.