jueves, 26 de julio de 2012

Una mañana y unas cuerdas

Una mañana en casa, unas cuerdas disponibles y... ¡muchas ganas de practicar nudos!, jeje. Una trenza hecha con una sola cuerda, un bucle de ocho doble, un nudo lanyard, un nudo cuadrado y uno decorativo para finalizar un extremo. Estos fueron algunos de los resultados:


Y acá tengo algunas esposas, sólo me hacen falta un par de manos voluntarias para ponerlas dentro, jajaja. Además va la prueba de un tejido de "alfombra", que no quería ponerlo solito.


Bueno, a eso me dediqué una mañana de estas, sugerencias y comentarios, siempre bienvenidos.

martes, 17 de julio de 2012

La máquina de sumisas


Ayer me encontré con un amigo con quien hace rato no hablaba. Terminamos conversando sobre el cuerpo y los cambios y desplazamientos que la vida contemporánea. Me contó que existe la posibilidad de comprar muñecas de aspecto humano que tienen calor y ademas lubrican. Pero eso no era lo sorprendente. Me contó también que los hombres que tienen estas muñecas tienen lugares de reunión: discotecas en donde sientan a sus "bimbos" de plástico a su lado mientras ellos conversan con los amigos y se toman unos tragos; clubes con piscina donde las muñecas se "asolean" en sillas de playa mientras ellos nadan un rato y se acercan al borde a compartir un whisky, conversar y mirarlas.
Supongo que ese sería el escenario perfecto para muchos. Un objeto que se vea como la mujer ideal, con los ojos, el pelo, la piel, las tetas, la estatura y todo lo demás hecho a pedido. Que no hable, no piense, no actúe y esté siempre con los orificios disponibles, sin que ellos tengan que hacer ningún esfuerzo por ellas más allá de haberlas solicitado con su tarjeta de crédito. La sumisa perfecta(¿?).
Mientras eso sucede, los Amos (y todos los demás) tendrán que entender que las sumisas no son un fetiche. No son como como el zapato inerte que el fetichista lame, besa, toca y con el que se masturba para satisfacerse. No son máquinas expendedoras de placer en las que se insertan monedas de adulación y zalamería hasta que sale sexo por el dispensador. La Dominación/sumisión implica el trabajo de ambas partes. Sí, claro, la sumisa se entrega, pero no da "un regalo" en el sentido de obsequiar algo que el otro igual puede guardar debajo de la cama agarrando polvo hasta que llega el día de la mudanza, en que hay que deshacerse de las cosas que no se usan. La sumisión implica un trabajo conjunto, en que uno y otro ponen de sí, de su tiempo, de su esfuerzo, de sus conocimientos, de sus afectos, en la construcción de un vínculo que los satisface a ambos.

martes, 3 de julio de 2012

¿Que eres qué? ¡Eso no existe!

Hace unos días entré a una sala de chat española. Hice una pregunta abierta en la sala: '¿Qué pensarían y sentirían si una sumisa le dice a su Amo que quiere tener un sumiso?'. La primera frase de respuesta que leí fue 'entonces no es tan sumisa', luego 'una sumisa no tiene sentimientos dominantes', 'una sumisa es una sumisa y un Dom es un Dom', y otras cosas por el estilo. Muy pronto la discusión se desvió a cómo debía ser una sumisa, y a que los switch eran sólo sumis insatisfechos que, en caso de tener cubierto sus necesidades y deseos como sumis, no se volcarían a ser Doms; o a personas indecisas que aún no habían encontrado su rol. En resumen, no se puede ser switch, eso no existe. A lo más, es un estado pasajero, producto de la insatisfacción.
Unos días después estaba en una sala de chat colombiana. Alguien preguntó sobre un término que se había encontrado hace poco y no estaba segura de lo que significaba: 'heteroflexible". Le respondí que se refería a una persona cuyo deseo erótico-afectivo estaba en personas del sexo opuesto pero que, bajo ciertas circunstancias, aceptarían involucrarse con personas del mismo sexo. Como una mujer que, en general, no está interesada sexualmente en otras mujeres pero, por complacer a su pareja, ocasionalmente vive con él tríos con otra mujer. Sin embargo, por fuera de esa situación no le interesaría tener como compañera a una mujer. Otras respuestas fueron versiones distintas de: 'eso no existe, se es hetero, homo o bisexual'.


Como esos, sé que a cualquiera se le ocurre algún ejemplo de una discusión en que hayan estado de 'eso no existe'. Y a mí se me ocurren varias preguntas: ¿Por qué tanta necesidad de excluir?, ¿Por qué tanta necesidad de clasificar? No digo que las categorías sean inútiles. En términos generales, al relacionarnos con alguien sirven para hacernos una idea global de los intereses, gustos y las cosas que pueda rechazar, y así encontrar coincidencias y desacuerdos. Sin embargo, ¿son realmente tan importantes las categorías como para que cualquiera que no quepa en nuestra definición sea rechazado? Más allá de esas nociones generales, encuentro extraña esa necesidad de una palabra precisa, limitada, restringida, para definir 'qué' o 'quién' es cada uno y, sobre todo, ese deseo imperante de ir cargando con etiquetas autoadhesivas en los bolsillos para pegarlas en las personas con quienes nos relacionamos, y así estar seguros de "qué" son.
No sería más fácil si, en vez de pensar en que nos relacionamos con Doms, sumis, switchs, curiosos, interesados, o lo que sea, ¿intentáramos primero relacionarnos simplemente con una persona? A lo mejor nos encontraríamos con sorpresas agradables, coincidencias, intereses, y hasta darnos cuenta que, aunque no podamos ponerle en la frente una de las etiquetas que cargamos a mano, nos demos cuenta que esa persona sí existe.