jueves, 3 de enero de 2013

Convirtiendo el placer en ciencia. Convirtiendo el deseo en religión.

Una de las características principales de las congregaciones religiosas que conozco es la diferencia que hacen entre predestinados, iniciados, verdaderos y salvos, frente a los malignos, falsos, despreciados y condenados. Lo primero que se aprende es a diferenciarse de los excluidos. Esta es también una de las razones por las que me resulta tan difícil pertenecer a alguna de ellas. Me aburren los clubes, los cónclaves, los congresos, y todo aquello que me huela a membresía. Al igual que Groucho Marx, "no deseo pertenecer a ningún club que acepte como socio a alguien como yo".
Esa actitud, esa necesidad de exclusión y reafirmación, se extiende a otros espacios, y aparecen entonces los "verdaderos" metaleros, los "verdaderos" vegetarianos, los "verdaderos" hinchas de tal equipo, los "verdaderos" fanáticos de Batman... y los "verdaderos" bedesemeros, repitiendo casi todos una frase que va más o menos como "es que hay gente para la que esto es una moda, pero para mí es un estilo de vida", como si eso lo hiciera más válido y mejor, con la boca y los dedos listos para rotular a los impuros, a los "pseudos", a los que no siguen la verdadera doctrina. Esto me resulta paradójico, porque esos mismos que señalan son los que piden respeto para sí, por vivir unas formas de pareja o de placer erótico que se salen de los estándares socialmente admitidos, pero que reproducen la misma discriminación de que son objeto despreciando a otros.
¿Qué mejor oficio para un sádico que un Inquisidor?, ¿Quién hubiera pensado que Torquemada aparecería de nuevo en el espíritu de los bedesemeros? Y no me refiero a las fantasías de calabozos y torturas en potros y cepos, sino a aquellos que lideran la nueva Inquisición, para suprimir la herejía de esos advenedizos que no se dan cuenta que existe una y única manera de vivir el BDSM: la que esos sabios, verdaderos y puros están, humildemente y sin interés alguno, dispuestos a enseñarles. Parece ser que el próximo best seller, luego del boom de 50 sombras, será una edición revisada del Malleus maleficarum especial para bedesemeros, para que nuestros sadoinquisidores puedan viajar por el mundo condenando, ahogando y quemando a todos aquellos que vivan el bdsm de manera distinta a la santa doctrina.
La ciencia, por su parte, también tiene sus estrategias de discriminación y exclusión. El lenguaje es una de ellas. Una manera sencilla de identificarse entre personas con el mismo oficio es el manejo del lenguaje técnico, incomprensible y vedado a quienes están fuera del gremio. Por supuesto, muchas de esas palabras son útiles para entenderse y saber de qué se habla. No hay nada más desesperante para quien atiende una ferretería que recibir a un cliente que necesita "el coso del cosito" que es "más o menos de este tamaño". Y no me quiero imaginar un sumiso que acepte un ballbusting sin saber qué es.
Pero evitar malos entendidos pasa a un segundo plano cuando la intención del lenguaje es excluir y discriminar. Es ahí cuando enfocamos la atención en el lugar equivocado. Cuando la aceptación y el estatus en el grupo dependen de saber palabras y significados, que no son pocas en el bdsm: fisting, pegging, facesitting, ballbusting, spanking, branding (y la lista continúa); y cuando quienes no los conocen son objeto de burlas y desprecio. Cuando un abusador con experiencia y conocimiento de las palabras y las técnicas es envidiado, mientras que un neófito que actúe con responsabilidad y respeto es mirado con desconfianza.
Tengo perfectamente claro que muchas de las prácticas que se llevan a cabo en el bdsm implican riesgos físicos y emocionales y que, por lo tanto, es necesario informarse e ir con cuidado, minimizando al extremo la posibilidad de cualquier inconveniente. Pero a veces llegamos al punto en que el placer, la diversión, lo que se vive con el otro también pasa a un segundo plano y casi que desaparece, importan sólo el conocimiento y el reconocimiento: "yo he hecho", "yo soy el que más", "yo soy la única", "yo practiqué bdsm en otro país", "yo llevo muchos años haciendo" y otras frases que se repiten en cada encuentro. Por supuesto, espero estar siempre dispuesta a aprender de las vivencias y conocimientos de otros, y sé que hay gente con unos niveles de experticia que me causan asombro. Pero para mí, siempre, antes que ser un buen bedesemero importará si alguien es buena persona.
Y mientras aumentan los sacerdotes y los maestros, yo, al igual que otros, ni doctos ni salvos, seguiré en el BDSM practicando lo que más me gusta: loquesemedelaganing.

3 comentarios:

  1. Como siempre, muy de acuerdo y aunque no digo que en algunos momentos de estos años de vivir y conocer el BDSM, he podido caer en cosas similares, uno va dándose cuenta que al final, lo que queda es el disfrute y el vivir a plenitud la relación que se tenga, como se quiera y como mejor se acomode a ese momento de la vida de uno.

    La idea es ser feliz y disfrutar, no sufrirlo y pensar en que este o aquel son de determinada forma con la cual no concordamos.

    Felicitaciones, como siempre una maravilla!

    Y yo también quiero seguir esa práctica de loquesemedelaganing!!!

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  2. Como siempre, tus escritos son muy interesantes y gratos de leer. Entendido el mensaje que dejas claro y concreto, además del que se puede entrever entre líneas...
    Gracias, por recordarnos que ninguno somos los dueños de la verdad en este ni en muchas actividades de nuestras vidas, y que en últimas lo que disfrutemos y hagamos válido para cada uno de nosotros es lo que cuenta, sin mirar a los demás por encima ni por debajo, sólo seamos humildes y gocemos las vivencias comunes.

    un saludo cordial.

    Acurio

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  3. Me apunto ¡loquesemedelaganing! Muy agúda galatea, muchas gracias por el post, efectivamente ésto pasa en todos los mundillos, y son muchas las personas que se sienten excluidas y juzgadas por no entrar en los canones de lo que algunos creen que se debe o no se debe hacer, ser, pensar y los demás aclaman con miedo y sin reflexión, muchas gracias y lo comparto para que llegue a todos aquellos que se ensombrecen con el rechazo, sin saber que siempre lo único válido es lo que uno quiera, respetar y ser humilde. De nuevo gracias, seguiré leyendonte.

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